Salesiano Valparaíso

Miércoles, 28 Julio 2021

Padre José Lino Yáñez: “Prácticamente nací salesiano”

Conversamos con el P. José “Pepelino” Yáñez, primer director del Boletín Salesiano, profesor de teología, formador y acompañante espiritual que dentro de poco cumplirá 70 años de vida religiosa.

“Por la gracia de Dios, yo Pepelino, soy comunión, vida, proyección…”. Apenas comienza la conversación y el padre José Lino Yáñez Caiga responde con un esquema. Advertimos, de entrada, que estamos ante un hombre que ha ocupado varios de sus 86 años en conocerse.

Y sigue: “Cuando me preguntan ‘¿cómo estás?’, respondo: estoy contento, agradecido, lastimado –por todo lo que ha pasado en la Iglesia–, pero esperanzado”.

Bastante menos esquemática ha sido su vida, donde los planes de Dios han torcido varias veces los proyectos humanos.

Como cuando –recién ordenado– fue enviado a Roma a estudiar Literatura para relevar al célebre académico salesiano Alejo Roa Bleck, sin embargo, regresó como profesor de Teología y Liturgia, empapado con las frescas aguas del Concilio Vaticano II.

“En Roma fui alumno del padre Aníbal Bugnini, secretario litúrgico del Concilio. Luego hice un curso de Liturgia Pastoral en la Abadía San Andrés de Brujas (Bélgica), donde llegaban los mejores exponentes de ese tiempo”.

Al regresar a Chile, en 1963, asumió como profesor del Teologado y pronto lo llamaron al Departamento de Liturgia de la Arquidiócesis de Santiago. En esos ambientes, y luego en sus clases en la Universidad Católica (entre 1967 y 1995), fue protagonista de la reforma litúrgica encabezada en Chile por Raúl Silva Henríquez.

“Él fue, ante todo, un salesiano, un hombre religioso, un emprendedor. Tuve el gusto de conocerlo cuando empezaba mi vida salesiana. Luego le serví de secretario en Roma. Y años más tarde, lo recibía en sus retiros en Lo Cañas”.

–¿Cómo fue la experiencia de compartir con Egidio Viganó?

“Egidio fue mi compañero de estudios, mi profesor, mi confesor… Hay una anécdota. En 1967 nos llegó un inspector que no quería meterse con el Concilio. Imagínate, ¡nosotros estábamos llenos del Concilio! Entonces, redactamos una carta y le pedimos al visitador, el padre (Rosalío José) Castillo, que nombraran inspector a Egidio Viganó. ¿Por qué no lo ponían? Porque decían que Egidio se había formado ‘en la calle’ y no en La Crocetta (el Teologado Salesiano de Turín). Y era verdad. Él se había formado en Chile, estudió Teología en la Universidad Católica”.

Finalmente, en febrero de 1968 Egidio Viganó llegó a Chile como nuevo inspector. Y en 1977 se convirtió en Rector Mayor.

“Yo siempre digo: Don Bosco hizo la congregación y Egidio la refundó”.

En el sueño de Don Bosco

La conversación con Pepelino se da en su oficina del Colegio Salesiano de Valparaíso, misma escuela que lo recibió como tirocinante en 1954 y que 22 años más tarde lo acogería como director.

En la puerta, un pequeño cartel reza: ‘P. José Lino Yáñez. Pepelino para los amigos’. “Fue mi mamá la que me recomendó que ocupara siempre los dos nombres”, confiesa, mientras se calza un gorro con su apodo.

–¿Qué mensaje le daría a la Familia Salesiana en este 2021?

“Los invitaría a hacer el camino de encontrarse con lo mejor de ustedes mismos. Que cada uno descubra la gran riqueza que tiene dentro. Y proyectarlo al servicio, especialmente a los jóvenes. Nuestra espiritualidad tiene que dinamizarse en un proyecto personal de vida, que parte de reconocer que Dios nos creó, nos soñó y nos dio su imagen”.

Nacido y crecido salesiano

Aunque como salesiano nunca ha vivido en Linares (“mi tierra”), Pepelino “heredó” el carisma en esa ciudad.“Yo, prácticamente, nací salesiano. Mi papá (Erasmo) estudió en el colegio salesiano y mi mamá (Estela) vivía al lado de la Parroquia María Auxiliadora”.

El llamado al sacerdocio lo recibió al conocer a un grupo de aspirantes salesianos que vacacionaban en Linares. En 1949 entró al noviciado. Aún no cumplía 15 años.

“Mi mamá insistió para que me ordenara en Linares. Supe después que tenía a todas las viejitas de su grupo de oración rezando por mí”.

Finalmente, el 29 de octubre de 1960 fue ordenado sacerdote en la antigua parroquia María Auxiliadora de Linares. Los rezos de mamá Estela habían funcionado.

Por Alejandro Manríquez, periodista

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